La marea

Nati Dubicki
Nov 9, 2020

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De qué sirve mirar atrás, si en realidad nunca te fuiste.
De qué sirve caminar con decisión, si en realidad no estás avanzando.

Sube y baja. Crece e irrumpe. Cesa y retrocede.
Como la marea.
Suave y poderosa. Imponente y sumisa. Va y viene.

Ser una marea es ser un charco estancado y un tsunami a la vez.
No siempre querer nos alcanza. No siempre dejar ir nos libera.
Y no vamos ni venimos.

Otro Abril más, de esos dulces entre hojas de otoño. Fríos bajo el calor de un árbol. Cerca los cuerpos, cerca las mentes.
Uno de tantos, pero lejos. Fríos bajo el mismo frío, mirando desde afuera para no dejar al vacío meterse. Meterse con el vacío de adentro.
Empañando los vidrios sólo con la respiración.

Cuesta no ser una marea. Cuesta cuando lo que se quiere hacer está lejos de lo que se supone que debe ser. Cuando se quiere pero no se puede. Cuando se ama y se odia a la vez.

Curioso es que las cosas que mejor te hagan, sean las mismas que te destruyan después.

Nadie se salva de ser una marea.

Abril 2016.

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