A los que fueron II

Nati Dubicki
2 min readApr 7, 2021

--

Fuiste ese atisbo de juventud que necesitaba, en un momento en que sentía que lo mejor ya había pasado.

Regué tu nombre por años, y cuando llegó el momento de la cosecha, fue dulce. Quisiste aventurarte conmigo esos lugares a donde siempre había ido sola. Pero nunca fuimos dos. Eras vos, y era yo. Yo estaba aprendiendo, tambaleante, y vos en vez de de estorbar, te sentaste a mirarme y a aplaudir cada cosa que encontraba.

Que me miraras, sin embargo, era un plus al que todavía no estaba acostumbrada. Creo que todavía no me sobrepongo a la necesidad de buscar eso que descubrí entre miradas furtivas desde lejos y mensajes subliminales en las paredes.

Todavía me sigue resultando curioso cómo no podemos elegir lo que sentimos, ni cuando hacerlo, porque podría haber elegido sentirlo con vos y seguramente nos hubiera ido bastante bien. El tiempo y la confianza, sin embargo, no logró cimentar nada más debajo de nuestros volátiles momentos.

Entendí que las experiencias no tenían que ser traumáticas. Entre nosotros siempre queda un abrazo, un coqueteo o un piropo que nos mantiene cómplices de todo lo que pasó en ese tiempo. Cuando pienso en la libertad que siempre anhelo, a veces me acuerdo de nosotros. Necesitaba conocer esa parte del amor y me lo mostraste sin que te lo pidiera, sospecho que también sin que fueras consciente de ello. Necesitaba quizás, encontrarte de manera distinta aún después de encontrarte todos los días, para forjar eso que brotaba entre besos secretos en la parte de atrás del patio y madrugadas con el alcohol exacerbando nuestros sentidos.

Me enseñaste lo mejor y lo más sano de los vínculos entre dos personas, que después se fue desvaneciendo lenta y pacíficamente, como la necesidad de tenernos.

--

--