A los que fueron V

Cuando las cosas pasan como en una comedia romántica llena de clichés, cuesta creerlo. Pero los clichés se repiten porque funcionan.

El subidón de adrenalina que me invadió todavía me causa sorpresa, porque yo no sabía que era del tipo de persona que podía simplemente seguir sus impulsos y actuar sin trabas, hasta que nos conocimos. Lo exótico de la situación todavía se me manifiesta en sueños como un recordatorio de que eso sucedió en verdad. Al final yo sí soy de ese tipo de personas y me topé con una sensación que estaba buscando sin saber de qué forma la encontraría.

Me gusta esta versión de mí, esa que desenterraste como un arqueólogo en su más importante expedición. El cofre que encontramos no va a volver a hundirse bajo el polvo de donde vino, porque ahora lo guardo como si tuviera el valor de estar exhibido en un museo.

La fecha de caducidad de alguna manera me hizo más libre, y cuando nos despedimos, decidí dejarme ese tesoro conmigo.

Quizás en algún reencuentro te cuente lo que pasó adentro mío en esos fugaces días. O capaz no te cuente nada y me dedique a extender en el tiempo esa anécdota que tanto me gusta contar, esa que empezó casi de casualidad en la calle Colón una vez que salimos a buscar lo mismo sin saberlo.